14 junio 2006

Luz melódica

Luces, luces, luces y más luces amarillentas emanando un fuego ardiente hacia un cielo oscuro y contrastante a miles de kilómetros de distancia. Quién no desearía volar por encima de ellas, y tan solo poder tomarlas a todas juntas en un simple puñado. Si nos descuidamos nos encandilan, tocarlas no podemos, apagarlas mucho menos, solo conformarnos con callarnos y dejar que ellas mismas hablen por si solas. Sin luz no habría vida, colores mucho menos, y con lo que me gustan estos últimos no paro de imaginar aquella figura que no va del blanco al negro ni del negro al blanco, sino que comienza en la pureza y transparencia de un celeste, atraviesa la pasión del rojo y termina en la esperanza de un verde. Siempre conocemos tanto la entrada como la salida, pero la excitación del laberinto nos encanta. No somos gente precaria, solo que actuamos como tal. Amo esa melodía que generas, esa mezcla de armonía y descuido, de desprolijidad e incertidumbre, a la par de la síntesis y la claridad, pues prodigiosamente todo se asemeja a la fuerza del avión en despegue. Seguramente nunca te han jactado de mago ni mucho menos, pero la magia que guardas bajo tu sombra solo muy pocos la intimamos.

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