04 julio 2006

Las plazas perduran

Pisadas angelicales que no han sido pintadas por ángeles, sino por mariposas que gozan los más bellos escarpines blanco seda. Dicen que las nubes no existen, que son solo alucinaciones del cielo y que jamás llegarán a la tierra al menos que algún día desista de llover. Cuando todo está perdido es la brújula quien pareciera enmudecernos, cuando el día vuelve a ser día y no dejo de esperar por aquella noche de ensueño, cuando la sonrisa nos inunda pero las miradas siguen siendo tristes, cuando la sangre ya no es roja sino transparente, cuando las lágrimas son insulsas ya de tanto fastidiarlas, cuando ni el chocolate sabe a dulce, ni los sonidos se compensan, cuando ya nada es nada sino que todo es algo. Porque alguna vez las palomas fueron mensajeras, los barriletes ostentaron sus mejores gamas de colores, y los relojes atinaron a detenerse. Y es porque todo cambia, y solo el hecho de nombrar esta palabra me genera cambios rotundos que a su vez desaparecen y se desprenden de su misma seguridad. Las plazas son de las pocas cosas que siempre perduran, a lo sumo con el tiempo se desgastan los subibajas o los toboganes se apartan de los colores, pero los niños siempre ahí y junto a ellas permanecen, sin importar qué sucede alrededor, porque lo único que importa es jugar y reír. Pero algún día llegará el día en que aquellos niños no vuelvan, que ya no formen parte de las tardes de triciclos y bicicletas, ni tampoco de hamacas y areneros. Pero ya he dicho que las plazas nunca se acaban, porque los niños se van pero pareciera como si ellos mismos delegaran sus ansias a unos nuevos chiquillos, a los cuales ya les llegará el día en que nuevamente sientan la necesidad de despedirse y dejarles sus lugares a otros que recién comienzan a serlo. Y es por eso que las plazas nunca acabarán, porque su avaricia para con los niños perdura y seguirá subsistiendo, y ellos mismos son los que día a día se encargan de darle el gusto.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

cuando la sonrisa nos inunda pero las miradas siguen siendo tristes

y tenes razon.. las plazas perduran.. pero uno pasa por ellas y ya no se siente parte de aquella hamaca que solía usar... la preferida.. que si estaba ocupada la esperábamos hasta poder sentarnos en ella....

laru.. te extraño mucho...

Anónimo dijo...

que bueno ser niño, y nunca crecer...QUIERO VOLVER A ESO!

Anónimo dijo...

Hola sister de mi alma!!

Me encanto!!!!

Q sierto y cuanta verdad que hay en este texto.
Pensar que la plaza en nuestra vida fue un detalle tan importante. Cuantas carreras de bicicletas, rollers, madres matiando. Si hasta plantamos los arboles que hoy hay en ella. Y ellos crecieron a la par nuestra. En fin miles de recuerdos que los guardo en el corazón y se que vos también.
Solo nos falto aquella choriciada!!
jajaja!!!
Hubiese estado espectacular.
Te Amo hermana mia. Y segui escribiendo asi.

Tu hermanita por siempre, Bel.

Anónimo dijo...

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