25 septiembre 2006

Rompecódigos

Hay muchas cosas en la casa. Formas geométricas claras, imágenes camufladas. Las mismas de siempre, entrelazadas unas a otras. Las cerdas de un cepillo con aires de renovarse, el título de un libro que acumula tierra de colores, pilas de discos que recuerdan dichosas juventudes roqueras. Pero hay más, siempre hay más. Hay también una tasa llena de café bien negro, sino la noche entera no se aguanta. Veo un diccionario. Qué sabio por saber tantos significados, qué ignorante su estructura que no permite ligar las palabras unas a otras. El cuarto se quedó sin luz, pero el día aún no se apaga. Y veo mis muñecas débiles de tanto escribir. Más tarde los dedos de la mano que extrañan el calor del tacto, y que buscan creer en algo efímero una vez más. Y es el mismo brazo lleno de músculos el que golpea. Más despacio, más fuerte, igual punza y lastima. No entiendo a los planetas, ellos y sus órbitas girando en círculos en contacto directo con el éter. Apenas veo una medialuna a lo lejos. La misma que hizo padecer de locura a varios eruditos y que está arrimada a una estrella milenaria. Esa misma que alguna noche nos detuvimos a mirar mientras caminábamos de la mano a orillas del mar. Pero en aquel tiempo era redonda y encandilaba los ojos, no como ahora que apesta. Y de a poco vuelve el calor de primavera, ese aire cálido que envuelve a los cuerpos y regenera antiguas pasiones ocultas. Y encontré esa foto del pasado allí en uno de los cajones de uno de los cuartos de la casa. Qué extraño, qué jóvenes éramos, tan solo un poquito más que ahora. Y así comenzó a surgir el rutinario recuerdo idealizado, aquel mismo que le miente a la razón y alimenta al sentimiento. Ahora hay que dar un paso hacia delante y sin retroceder. Pero ojo, acá está prohibido romper códigos, es peligroso y no perdona. De todos modos la tentación se hace presente, se adueña de mis movimientos impulsivos y hoy puedo afirmar que todo vale. Sé que las normas establecidas no me lo permitirían, pero yo quiero. Aunque no te vea en la casa, aunque no estés en relación con esas formas geométricas ya antes mencionadas, y aunque apenas pueda ver tu rostro borroso. Ahora hay que tener mucho cuidado y ser precavidos. No puedo olvidar que estoy parada en la boca del lobo. De una vez por todas me toca a mí empezar a correr. Qué bueno, esto recién empieza...

7 comentarios:

las autoras dijo...

Y veo mis muñecas débiles de tanto escribir




te juro que
pasa
ojalá más seguido.



genial remate
g.

Hélène dijo...

Las formas geométricas, vaya y pase... pero cerdas en un peine.
Larucha, si andás con esos animales en la cabeza es difícil caminar.

Ahora ¿Por qué cerdas y no chanchitos?

Me colgué con esto. Y por ahí porque es mejor contar puercos en vez de ovejas para dormirse y olvidarse de lo que pasó. O porque si contás ovejas te olvidás, y si contás cerditas no te olvidás, no te olvidás.

Que no te coman las ideas las cerdas del cepillo.

Mecha dijo...

definitivamente no deberia leer tus textos dps de un dia de estudio jaujaa
me cuesta hilar las cosas que decis =(

Igual estuvo lindo, muy descriptivo ^^

Besotes laru!
Al fin me acorde de pasarj aja

lara dijo...

Sí, este está bastante desordenado.. tiene muchos códigos ocultos por eso, jeje.

Gaby Reich dijo...

uh, q cosa, ver esa foto, ja, q melancolía. claro q cada uno interpreta lo suyo, pero q mal, hay q empezar a correr, éramos tan jóvenes o mejor: era tan feliz.

Anónimo dijo...

Pelado te tengo q responder acá por tu mala decisión de cerrar tu blog.
Gracias por pasar!!
=)

Lari.

Ale dijo...

"..érase que era una vez,
que se yo..."

y va un cacho de agua fresca para lo que sigue hacia adelante.

nos vemos en alguna esquina!