18 noviembre 2006

Será

Uno camina y piensa, piensa todo el tiempo. Veo el árbol y pienso, veo el piso y pienso, veo las luces y pienso, veo el semáforo y también pienso, veo al vecino, lo saludo y sigo pensando. Qué estupidez, para qué pienso me pregunto. Pienso las palabras, así las mismas se unen y no terminan desbordadas en la nada. Pienso en mi puta exageración que borra los límites y habla en términos de soberbia. Pienso en lo bueno y lo malo, en lo que está bien y lo que está mal, en la verdad y la mentira, en las malditas realidades sociales que rigen las normas que en esta vida nos tocan. Y somos parte, sí. Pienso al revés, pero tan solo por un instante. La corriente me lleva y me chupa la fuerza del tren. Pienso con los sentidos, que maravilla. Será que me gusta sentir por momentos, será que el arte me sensibiliza los pies. Será que veo los colores brillar, las infinitas tramas. Será que las melodías apagan las luces y ahí aparecen los bailarines en puntas de pié. Serán los personajes de tu obra los que producen escalofríos en la sala. Serán las imágenes compitiendo junto a las letras, serán ambas reconciliándose. Algo de todo eso será, y algo más también. Eso pienso yo. Y me acordé que sigo pensando, y también sigo sintiendo. Pienso y siento la música que me envuelve, los acordes de fondo y un mundo de pentagramas reflejado en un piano de cola. Pienso y siento el atril, grande, pequeño, quizás mediano. Depende, pienso. Pienso y siento el olor fuerte del vino que hoy deseo crear. Pienso y siento tu figura, tu perfil, tus curvas perfectas. Pienso y siento el encuadre que mejor se adecue para mi retrato. Pienso y siento mis caras, mi cuerpo, mi habla y mi espectador, nulo. Pienso y siento para adentro, para afuera, para mí, para vos. Pienso y siento lo que escribo, lo que borro, lo que publico y lo que me guardo. Sigo pensando y sigo sintiendo, sino qué me queda.

07 noviembre 2006

Mi proceso

Ser sensible a los próximos estímulos que han de navegar en el tiempo. Cerrar los ojos y sentir múltiples melodías que logran trasladarme a mi propia estampa imaginaria. Allí es donde las paredes toman de mi paleta sus colores, donde el aire es frío y caliente, y en donde los trazos reúnen líneas formando figuras ilusorias. Todo es válido en esta supuesta mentira que no engaña y me adormece. Y he de aquí en donde arranca mi admiración a este vicio impulsivo de máxima expresión creativa, la cual no califica ni tampoco sé si provoca. Y han estudiado la esencia humana a lo largo del tiempo, pero es aún hoy que mi razón no logra comprenderla, mis capacidades expectantes se encaprichan, y mi sensibilidad padece la misma piedad que el mundo real envuelve día tras día. Sólo siguiendo el instinto accedo a modelar las masas que me han de llevar a innovar y turbar las letras, ya sean minúsculas, pequeñas, magnas o soberbias. Sigo escuchando voces, ondas, ruidos, frecuencias, susurros... pero hay algo continuo que me murmura al oído en silencio, no sé qué es. O tal vez sí, pero no tiene nombre. En fin, salgo a la calle y mis manos tiemblan. Qué loco todo.