Fuegos artificiales
Como fuegos artificiales disparando en el interior, arde bien adentro, se encienden para afuera, y la lluvia no logra ahogarlos. Observo la naturaleza, jamás podré tenerla entre mis brazos, las hojas invernales no poseen aquel color primavera, fiel compañía de tiempos en donde le bailábamos a la vida con una tímida sonrisa envueltos en trapos de gasa. La inocencia no lograba saturarnos, miradas regalándonos cariño y temor, una caricia colmaba nuestro llanto. Quién ha de poder calmarnos cuando no para de llover, cuando mis cinco sentidos al caminar me traicionan como si hubieran olvidado aquel cuerpo que los vio crecer, cuando todo es cuestión de olvidar y se oscurece el día, cuando todo es hacia adentro y el afuera no existió nunca más. La soledad sí que jamás nos dejará solos, tan solo mirar hacia arriba y ver qué tan rápido se mueven las nubes, aceleradas como este mundo que nos pertenece, al cual odiamos pero con el cual siempre volvemos a reconciliarnos. Cómo entender la miseria si no nos compadecemos de nosotros mismos, no hay recelo en aquel encuentro, no hay nada que romper y nuevamente la furia nos atosiga, lo agrio nos domina. Qué triste observar como el naranja de aquella flor se va decolorando, se fuga vaya uno a saber dónde, consumiéndose y sin el sol poder regarla mañana tras mañana. Me han pinchado las manos tus espinas, también me han susurrado al oído que ellas no son las que duelen, pero el asunto es cómo saber sanarlas, no hay médico ni estudios que tenga lugar en cuestiones como esta. Queriendo correr sin barrera alguna, los ojos cierran sus transparentes cortinas, aún permanecen observando el horizonte y esperando la llegada de una respuesta. Las hojas han volado en remolino por los aires pero todavía no llegó el día en que los árboles se queden calvos. El dulce perfume ya no armoniza la mente ni el alma, solo ha de elevarse por los aires en busca de nuevos aromas. Las mismas lágrimas retraídas se impregnan de sombra y sensibilidad, y es ahí cuando el corazón nos late más fuerte, cuando aflora aquel dolor que nos apaga el cual hoy se ha quedado sin culpas y abandonado. Muy lentamente el cielo se va despejando, escucho a los ángeles que nos observan, luego se elevan las trompetas y todo comienza a empezar nuevamente...
2 comentarios:
Está bueno loca, cada vez me van gustando un poquito más, o les voy encontrando cosas más interesantes.
Espero otros.
amiga me encanto... siempre te dije q escribis re lindo gorda.
segui asi q me encanta
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