16 junio 2006

¿Otra tasita de café?

- ¿Le gustaría tomar otra tasita de café?, - ¿No será mucha molestia? - pero no, adelante, pase usted. - Después de usted...
Claramente puedo recordar cuándo fue la primera vez que escuché aquellas palabras, y eso que este hecho sucedió hace mucho, al igual que tantas cosas que aún sigo reteniendo en mi mente, a pesar de que algunas me hayan abandonado por completo. Vivir de los recuerdos sería caer en un tremendo error, pero cuán lindo es tenerlos presentes, sobretodo aquellos que nos han marcado de algún modo, no importa cuál, eso queda en el recuerdo de cada uno. No hace falta movilizarnos a tantos años atrás, cuando apenas éramos niños inocentes en donde nuestra maldad simplemente consistía en hacer trampa en algún juego, o cuando nos preocupábamos porque no nos salían las divisiones con coma y la maestra se enojaría con nosotros. Cuando algún amigo no nos quería cambiar la figurita que nos faltaba en el álbum y nosotros le decíamos: “te corto para siempre”, pero al rato volvíamos juntos a saltar a la soga o comenzábamos a pintar la rayuela en el piso. O por qué no cuando jugábamos a todas las manchas habidas y por haber, infinitas manchas que hasta nosotros mismos le imponíamos las reglas, y luego nos peleábamos por decidir quién estaría en cada equipo. Aquella campana o el timbre que marcaba la finalización del tan ansiado recreo, en el cual comprarse todas las golosinas del kiosco era casi imposible. Y hablando de golosinas, debo mencionar una que solía llamarnos mucho la atención a pesar de no ser de las más gustosas: aquella especie de hilo de plástico que por dentro contenía azúcar con colorante, y tan solo con cortarle la punta al envase ingeríamos lo de adentro. Si mi memoria no me falla, no solo estaban los que tenían azúcar, sino que había otros que poseían mini-chicles, también de distintos colores. Si bien el tan famoso “pan y queso” venía de generaciones anteriores, cada tanto solíamos desempatar de ésta forma, viendo quién terminaría pisando a quién. “Piedra, papel o tijera” era el que más me gustaba, y aunque muchos sostengan que se trataba de una cuestión de suerte, afirmo que el mismo poseía una táctica para ganarle al compañero, la cual jamás le revelé a nadie. Luego de la finalización de las clases llegaría el verano esperado, que a pesar de despejarnos del colegio, no se ausentaba la intriga de saber quién nos tocaría como maestra el próximo año. ¿Quién jamás se ha hecho milanesa en la arena?, nadie. O aquellos castillos interminables con pozos gigantes para que el agua no los destruyera, a pesar de que la misma siempre terminaba saliéndose con la suya. Podría seguir escribiendo mucho tiempo más, pero el deber me llama a continuar con mis tareas del día viernes. Ojalá esta gran excitación mundial que se vive actualmente nos conduzca a un recuerdo inolvidable para cada uno de nosotros, tal vez titulado Copa Mundial Argentina 2006.

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