14 junio 2006

Oscilación de hada

Ella sentía como el pasto podía acariciarla, rozando la suave piel... aquel olor natural color verde penetraba por sus narices sumisamente. Tendida en el suelo bajo una noche de calor, percibía como las estrellas la saludaban desde arriba. De pronto, levantó una de sus delicadas manos por encima de su mirada y pudo observar como sus dedos se volvían cada vez más largos. Tras observarla con aprecio unos segundos, hiso que la misma girara mostrándole sus propios nudillos. Ella acababa de lanzarle un saludo tímido al cielo. Se detuvo un momento a pensar si las tantas estrellas que permanecían ahí arriba sin caerse solo la saludaban a ella o si los demás también eran bienvenidos a su mundo. Se sintió radiante al descubrir que el saludo era enviado para todos, pero solo ella podía notarlo. Giró su cabeza a la izquierda y en seguida a la derecha, observó la conducta de la gente que prósperamente pasaba un buen rato con otra gente, y luego se dio cuenta que su única compañía en ese momento era aquel cielo tan poco efímero y tan vivaz. Se sintió de manera especial, con pocas ganas de que aquel momento tan prodigioso terminara. Por un soplo se despidió de su compañía cerrando los ojos lentamente. Una vez que alcanzó ver un fondo negro comenzó a imaginar... primero diseñó un cuerpo diminuto el cual se parecía al de una mujer, o más bien al de una niña. Luego vistió a esa figura con un atuendo similar a un vestido, el cual era de color rosa. De inmediato le agregó unos zapatos entre blancos y amarillentos y en último lugar afloraron unas alas transparentes y cristalinas por sobre la espalda de la pequeña. Una vez acabada casi del todo, empezó a darle movimiento a esta especie de hada centinela. Al notar que el aquel espacio negro del fondo que ella podía darle le quedaba diminuto para zarandearse, no osciló en abrir los ojos y dejarla en libertad. Desde ese día pudo recordarla, no la ha olvidado aún...